En primera persona: Festivales, la puerta de entrada para las bandas

Artículo de Barnaby Harrod, director de Mercury Wheels, para el VII Anuario de la Música en Vivo.

¿Los festivales son la mejor manera de introducir un grupo en un mercado? Mi experiencia como programador para festivales como el Vida me hace pensar que sí, que estos eventos son la mejor manera de introducir una banda en un nuevo país, pero con matices.

Los festivales son lugares magníficos para que un espectador descubra un grupo. El programador tiene un papel clave a la hora de buscar nuevos artistas y conseguir que toquen delante de su público.

En diciembre de 2014, el Vida anunció a Benjamin Clementine como “cabeza de cartel encubierto”. En aquel momento, el británico era una completo desconocido para la mayoría del público. Avanzamos en el tiempo hasta noviembre de 2015 y vemos como Clementine ha ganado el prestigioso Mercury Prize.

Es un ejemplo de cómo un programador puede descubrir un artista maravilloso y lleno de talento, lo contrata o hace tocar en su festival, y resulta ser un descubrimiento genial para el público. El artista se luce en su show, recibe grandes críticas y se hace conocido en el país.

Ahora bien, ¿podemos decir que Benjamin Clementine se ha ganado el mercado español? Para nada. Ahora le toca trabajar. He tenido conversaciones con muchos mánagers que creen que por tocar en un festival al año ya “han hecho España”.

Pero si un grupo quiere llegar a tener una carrera larga y duradera no tendrá más remedio que girar. Tocar en salas pequeñas, medianas y grandes por todo el país. Así es como se crea una base de fans de verdad que te seguirá cuando dejes de estar de moda.

Un grupo puede tocar ante 10.000 o 20.000 personas en un festival, pero ¿cuántos de estos irán a verle cuando actúen en una sala?

Acabaré con el caso de Imelda May. Su primer concierto en Madrid fue en la sala Moby Dick ante 300 personas. Luego hizo la Caracol delante de 500 y, después, paso a la Joy Eslava tocando ante 900 personas. El año pasado fue cabeza de cartel en el Mad Garden, donde tocó delante de 2.000 personas. Imelda ha hecho festivales, claro que sí, pero también ha creado una carrera propia a base de patear salas y entregarse a fondo en sus conciertos.